martes, 30 de enero de 2007

32

A Simón Bolívar

La razón de la existencia:
Es vivir plenamente el fuego contradictorio.
Es soportar el momento difícil.
Es acariciar el placer de la dicha insaciable.
Es seguir los pasos del que marcha adelante
para hacer el camino del que viene detrás.

Por eso, conozco a un hombre
que luchó contra la muerte.
Aró en el mar de la esperanza.
Sorbió el dolor ajeno en el suyo.
Construyó el castillo de la gloria
trocado de pesares y de sueños.

Sin culminar lo que inició
dejó el camino sembrado,
y otros hombres tomaron los frutos
y saciaron su saber infinito.

Su nombre...
No importa.
Reverdece en los cultivos
sudores libertos.

Riega el sueño en la mano anhelante
de seguir los pasos
del viajero galopante.
El sol que se oculta
ilumina a la luna
sin que el futuro sea incierto.
Amó a las mujeres como a su misma vida.
En el ocaso del sueño
dejó un pétalo en cada corazón de hembra.

Su muerte...
Parió la envidia entre hermanos
que salpicó de sangre el amor patrio;
y sólo hasta ahora la herida restaña
esperando la unión que siempre anheló.

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