Tengo en mi mano
el murmullo del viento
para inventar un mundo
y escribir un verso.
En él no existe miseria.
Tampoco la peste del hambre azota
ni la madre llora a ningún hijo muerto;
mucho menos la estrella de la violencia
vierte su sangre en el dolor ajeno.
En cambio...
Las azucenas, los gladiolos y las orquídeas,
riegan su aroma
en el corazón maltrecho.
Navego en el cosmos infinito
cargado de toda la ciencia.
Debo a la luna:
El amor que yo siembro.
Al sol...
La energía suficiente
de esquivar el vacío
de desolación y guerra.
A todos los astros:
Mí existencia
alumbrando el camino.
Anclo en el éter de la desigualdad vencida.
El murmullo del viento
inflado de rebeldía
extiende mí mano
al futuro que llega.
el murmullo del viento
para inventar un mundo
y escribir un verso.
En él no existe miseria.
Tampoco la peste del hambre azota
ni la madre llora a ningún hijo muerto;
mucho menos la estrella de la violencia
vierte su sangre en el dolor ajeno.
En cambio...
Las azucenas, los gladiolos y las orquídeas,
riegan su aroma
en el corazón maltrecho.
Navego en el cosmos infinito
cargado de toda la ciencia.
Debo a la luna:
El amor que yo siembro.
Al sol...
La energía suficiente
de esquivar el vacío
de desolación y guerra.
A todos los astros:
Mí existencia
alumbrando el camino.
Anclo en el éter de la desigualdad vencida.
El murmullo del viento
inflado de rebeldía
extiende mí mano
al futuro que llega.
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