lunes, 5 de febrero de 2007

50

En el firmamento veo una luz
salida desde el fondo del cosmos.
Tiene forma de ave.
En centellas gigantes
expele el calor de la vida.

Un hombre de ojos dorados
y zapatos de hielo,
maneja esa luz
a través del tiempo;
y se yergue animoso
invitándome a ir
hasta el fin de los siglos.
Yo lo miro y recibo
su espada de fuego.
La transformo en una arpa hermosa.
La taño con mis dedos
y la dejo brotar el sonido de la vida.

El ave de alas hermosas,
de ojos dorados,
de aliento de fuego,
responde al sonido
de mí arpa encantada.

Sobre su lomo ciño
mí nuevo futuro
y viajo con la espada
que ahora es canción,
a surcir más fuego
a hombres que nunca
dejen apagar la vida.

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